EDUCAR SÍ, ¿cómo?
¿Qué significa educar? ¿Cómo sabemos si lo que hacemos es lo correcto?
En primer lugar, os invito a responder a estas preguntas: ¿Qué es correcto? ¿De quién depende dar ejemplo? ¿Qué peaje pago a veces por querer tener la razón? ¿Qué diferencia hay entre firmeza, agresividad o pasividad? ¿Qué estoy dispuesto a ceder para alcanzar un acuerdo? ¿Qué tal es mi escucha? ¿Para qué esperar y no actuar? ¿Qué me impide aceptar al mi hijo como es y hablarle como quiero que sea?
Creo que uno de los mayores retos a la hora de educar, es consensuar en la familia los valores fundamentales que queremos potenciar en el hogar. Los damos por hecho y además no los llevamos a acciones concretas, lo que nos lleva a malentendidos.
Por ejemplo, ¿qué acción concreta nos va a ayudar a potenciar la confianza, el respeto, el compromiso, la responsabilidad y el disfrute? ¿Qué estamos dispuesto a dejar de hacer para que esto suceda?
Quiero compartir 16 claves que considero ayduan a difrutar del gran arte que es educar:

- Respeta a tu hijo como legítimo otro. Apórtale tu visión del mundo, pero escucha también la suya. Te sorprenderá descubrir cuánto te puede enseñar.
- Garantiza que el tiempo que dedicas a tu hijo es de calidad. Si estás con él, ¿qué hay más importante en ese momento? ¿Para qué permites que tu mente te lleve a otro lugar que no es ese instante?
- Predica con el ejemplo. Si gritas, gritará. Si escuchas, escuchará. Si eliges un momento, lugar y tono adecuado para comunicarte, aprenderá a hacer lo mismo. Si pones el foco en los problemas y no en las soluciones, hará lo mismo. Entonces, ¿para qué esperas lo que no has dado?
- Pon el foco en los pequeños logros diarios y verbalízalos. Evita que pasen desapercibidos. Valora cosas como levantarse con una sonrisa o un “buenos días”, colaborar en casa, atender en clase, estudiar a pesar de la pereza, ceder ante un conflicto, mostrar emociones ante un reto ya esto significa responsabilidad. Este reconocimiento le ayudará a afrontar las dificultades con mayor seguridad, a mejorar desde la confianza y la motivación. Por cierto, ¿cuánto te reconoces a ti mismo tus propios logros?
- Ríete con tu hijo. ¿Cuándo es la última vez que lo hiciste? ¿Qué te impide hacer hoy mismo una guerra de almohadas, una lucha de cosquillas? ¿No tienes tiempo? ¿El tiempo te tiene a ti? ¿Es cuestión de tiempo o de prioridad?
- Genera conversaciones constructivas, muestra interés sincero en el otro. Sé curioso sin ser “inquisitivo”. Utiliza preguntas abiertas y pregunta más “¿para qué?” y menos “¿por qué?”. Estarás contribuyendo a poner el foco en las motivaciones, y en los beneficios, en vez de en las justificaciones y las respuestas defensivas.
- Publica las normas de la casa. Evita los espacios de obviedad. Además, es fundamental ser consecuente con estas normas, mostrar firmeza, que no agresividad, y ser capaz de adaptar las normas si la convivencia así lo requiere.
- El autocontrol es tu responsabilidad. Por mucho que te enfades, tú eliges cómo responder ante un estímulo. Practica la técnica STOP = Silencio, Tiempo para respirar, Observa, Piensa en la respuesta adecuada
- Alcanza acuerdos equilibrados. Expresa tus sentimientos y necesidades, escucha los sentimientos y necesidades del otro. Haz tu peticion y escucha la del otro. Respeta un SI o un NO como respuesta, y recuerda que solo hay acuerdo si ambas partes aceptan. Acordar impliica que ambas oartes ceden una parte. No confundir acordar con dar una orden.
- Eres humano, perfectamente imperfecto. Tienes derecho a mostrar tus emociones cuando lo desees. Esto no te hace débil, sino humano. ¿Qué es más valiente mostrar lo que sientes en el momento adecuado u ocultarlo?
- Pide perdón y así ellos harán lo mismo. Tienes derecho a equivocarte. Los errores son tus maestros, los que te hacen aprender y crecer. El error es el paso previo al éxito. ¿De quién depende verlo así?
- Planifica conjuntamente actividades divertidas. Expresa lo que deseas sin que parezca una orden. Comparte tu necesidad de pasar tiempo juntos, de compartir y disfrutar juntos. Aporta ideas y pregunta qué les gustaría hacer. Una lluvia de ideas es una buena opción. Después proponer una votación para definir prioridades.
- Abraza, besa, expresa tu amor. Desde el respeto a que cada uno tiene su propio lenguaje del amor, da ejemplo sin esperar algo a cambio. El amor de los padres a los hijos es diferente al de los hijos a los padres. A veces esperamos que respondan como lo haríamos nosotros, y eso no va a suceder a menos que pidamos lo que necesitamos.
- Cada hijo es diferente. Adáptate a sus necesidades. Somos seres únicos. Nacemos con una personalidad muy definida. Tenemos ritmos y tiempos diferentes de aprendizaje. Resptar esto te ahorrará tiempo y disgustos.
- Marca objetivos SMARTER (específicos, medibles, alcanzables, retadores, tiempo limitado, estimulantes, relevantes). Hacer esto ayuda a que nuestro cuerpo segrege una horma llamada dopamina, un neurotransmisor que la motivación, el reconocimiento y ayuda a repitir conductas que nos proporcionan satisfaccón, confianza y determinación.
- Cuidate. Busca tus espacios de disfrute, desconexión y descanso. Sin energía, cualquier acción es como subir una montaña a 40 grados sin agua. ¿De quién depende cuidar de ti? ¿Cuántas vidas tienes? ¿Cómo quieres que las personas que más quieres estén bien, si tú no lo estás? Pensar en ti, respetando a los demás, no te hace egosita, te hace inteligente. Además estarás dando ejemplo para que cuando tus hijos sean padres, también se respeten y cuiden.
Si quieres saber cómo fluir en estas habilidades, anímate a participar en nuestro programa PADRES8.5.
¡Mucho éxito!
Por María del Mar Hidalgo de Cisneros